A partir de la evidencia en la mandíbula del tigre, un equipo de científicos del Museo de Historia Natural de San Diego determinaron que el camino evolutivo estaba dirigido mayormente a rasgar tejidos jugosos.
Todo está en la estructura: según los describen, los colmillos del primer tigre dientes de sable tienen '‘forma de daga’', una formación extraña en los mamíferos de esa época.
La mordida directa a la garganta hacía que las arterias importantes se cortaras, ocasionando una muerte casi instantánea.
Tenían adaptaciones genéticas para huesos fuertes, sistemas cardiovasculares y respiratorios, lo que significaba que eran muy hábiles para las carreras de resistencias y así poder cazar a su presa.
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